BUSCANDO LA IDENTIDAD GENERACIONAL
Nidya Areli Díaz Garcés
Resulta poco común el análisis de los escritores
contemporáneos; esto es, de aquellos con los que uno coexiste en el espacio-tiempo
de este universo y que, tratándose de jóvenes, muy poca o nula fama gozan. Es
mucho más común analizar a los grandes, rendir homenaje intelectual a quienes
bien probada tienen su calidad literaria y, en toda una vida y en toda una
muerte, han ganado su lugar en el Parnaso. Sin embargo, se vale, y es hasta
plausible, estudiar lo que todavía se halla en construcción, apostar por una
pluma u otra de vez en cuando, ir caracterizando la masa informe que aún es
maleable pero que, eventualmente y sobre los rasgos del presente, solidificará.
Este es, pues, mi propósito, hallar los rasgos, en una pequeñísima y bien
delimitada muestra, de ésta que es la generación de poetas que nació en los años
80.
Y, a todo esto, ¿qué es Moebius?, ¿por qué
Moebius?, ¿de dónde? Se trata de un encuentro de poetas realizado por primera
vez, de manera un tanto improvisada, autogestiva, bien intencionada,
independiente y, sobre todo, incluyente, en la ciudad de México en 2010. Tres
encuentros a la fecha se cuentan, uno de los cuales ha guardado memoria impresa
en el libro Moebius: Memoria del primer
encuentro 2012. Poetas nacidos en los 80. Éste, por principio de cuentas, ha
sido la materia a tratar, la pequeña muestra que aglutina algunos de los
trabajos de 21 poetas mexicanos de diferentes lugares del país, de variadas formaciones
y corrientes y que tienen en común la década en que nacieron.
Moebius es, en la medida del párrafo
anterior, una excelente muestra porque no ha respondido a una escuela en particular,
no se genera a partir del dedazo de ninguna vaca sagrada de la poesía, no tiene
influencia de alguna tendencia o taller particular; es una muestra plural, la
mayoría de los escritores ni siquiera se conocían antes del encuentro. Fueron
convocados mediante las redes sociales y respondieron al llamado porque
pudieron verse en la posibilidad de llegar a la cita a la Ciudad de México. Algunos
rasgos deben poseer los hombres y mujeres de un país caótico como es México que
crecieron sin dudas bajo ciertos regímenes culturales, políticos y sociales;
que viven la crisis y la revolución tecnológica; que se alimentan de las
ilusiones que nutren a un país tanto como de las desavenencias que vive el
mismo. Éstas son las características, los rasgos, las afinidades, que yo me
propongo encontrar. El trabajo no es definitivo y quizá es muy poco lo que en
sustancia dirá, de tal suerte que lo que sigue a este pequeño atisbo es
infinito.
Con respecto a quiénes son estos poetas, la pequeña muestra arroja lo siguiente: de los 21 creadores
compilados en la antología, 11 cuentan con estudios formales en letras (Daniel
Bencomo, Eduardo Ribé, Arturo Alvar, Esaú Corona, Fernando Alarriba, Ileana
Garma, Alberto Guerrero, Ángel Rojas, Iván Valmun, Elena Flores y Monserrat
Morales); 4 en humanidades y artes (Ian Soriano, Moises Vega, Mario Rovel y Aarón
Fishborne), y de los 6 restantes no se sabe (Yendi Ramos, Ánuar Zuñiga, Judith
Santopietro, Carlos Axolotl, Diana Garza y Estephani Granda). Hay que pensarse
muy bien aquella afirmación de que las escuelas y facultades en letras no
producen escritores. Otro de los rasgos comunes es que la mayoría de estos
jóvenes tienen algún blog o página en internet; es de hecho un requisito para
participar en el encuentro tener una y, aunque algunos de ellos no actualizan
lo frecuentemente, la mayoría lo usa como medio para difundir su obra constante
y profesionalmente.
No es extraño, por tanto, que uno de los tópicos recurrentes sea la lengua misma. Daniel Bencomo anota: […] Quien busca la
balanza en equilibrio, cero apiros, olvídese lustrar esas pezuñas: construya un
epitafio debajo de su lengua, arraigue la sangre en el formol. Cuide su
respiro, ataje un dribling todo pathos”; Yendi Ramos escribe, por
ejemplo: “¿será que no, que no, que no hay lenguaje que distinga / nuestras comas?”, Esaú Corona dice: “La lengua
se ve invadida bifurcada acicalada percudida perpetrada penetrada prescindida
recortada recorrida releída remitida rematada recatada. Se siente tras la
lengua un pasado sin nombres un pasado pisado posado pesado piscado. disoluto”
e Iván Valmun canta: “El hombre se muerde por la cola / en su lengua de
barranca en desbandada. / Se bebe sangre por la leche desgastada, / se bebe y
escurre de una mama sola”.
No obstante, parece ser que no es suficiente
hacer de la lengua un tópico, hay que crear
un metalenguaje de la lengua para hacer la poesía
del que no encuentra más cánones que destruir ni más formas qué proponer; por
ello Carlos Axólotl escribe: “Ahora me devuelvo a la gramática / al terreno en
que nos conocimos / y nos hicimos, / me destierro del cuerpo y / te beso desde
las áridas planicies / del pensamiento”, Aarón Fishborne afirma: “ […] cuántas veces
cambiado de nombre ah, para evitar / alguien lo llame con un Prefijo
Existencial” y Diana Garza anota: “[…] Palabras a la espera. ¿Palabras a la
espera? Astros y grafías ancladas al talón más épico (edípico ó eléctrico) de
todas tumbas por deexcavar aún,”.
El poeta, por otro lado, no encuentra una
manera eficiente de acercarse a su pasado, de leer el libro legado por el ancestro; no
halla, en este sentido, cómo comunicarse generacionalmente, como si el género
humano se encontrara cada vez más lejos de sí mismo; escribe Arturo Alvar: “[…]
Jorobados y entumidos signos, palabras sin encontrar la última letra; marca
flácida bajo una pluma que nunca se acaba, se pierde o se mancha de hemorragia
interna. Sola, muerta de hambre por metérsela en la rajada del libro, de
cabeza, de cabecera, duerme a solas” y Fishborne: “Y sin embargo / entra a El Libro,
cierra la puerta / regresa a la cama (abre la ventana) / y sueña que alguien
camina / sobre las manos hasta llegar a su boca / y ronca: cuenta la historia
del sueño en un idioma extraño y Oscuro”; el libro, así mismo, es un ente no
sólo “Oscuro” y, en este sentido, mágico o extraterreno, sino también un ser
muy amado, un hijo de las entrañas propias, Axolotl remata: “Hubiera sido fácil:
/ tú, yo, un par de sillas, / una mesa, un cuadro de Monet, / un vaso de agua /
y nuestros hijos los libros”.
Otros le cantan al pasado o a los héroes, al
ideal quizá; Ian Soriano le escribe a Avándaro: “Tañe la barrera del sonido /
una década estridente / 1971 resurrecciones de oído”; mientras Mario Rovel
habla de la revolución: “La patria estará dispuesta a emprender mi causa.
Construirán nuevos rostros y nuevos templos con dioses viejos” y Moises Vega
rinde un homenaje a Odiseo: “Náufrago de aquel que fuiste / encendido sólo a
ratos / por la liturgia de los días / estás solo y envilecido”.
En figuras más usuales se adjetiva el sustantivo: “iluminada
con la estirpe horadación de las bóvedas” en Arturo Alvar; “y tu piel sin más
anzuelo que las piernas anclas” en Yendi Ramos; “Poesía es así, un flujo
remolino” en Alberto Guerrero.
La anáfora en Eduardo Ribé a manera de coro: “Madre recomendó / no apaguemos de más a
las cosas // […] // Madre lloraba sin consuelo / cada vez que creíamos /
saberlo todo // […] // Madre advirtió que vendrían tiempos difíciles // […] //
Madre siempre insistió / en la importancia de escuchar / a los que estuvieron
antes // […] Madre dijo que todos habremos de morir / y que esto es algo nato y
natural”.
Anáfora para iniciar la estrofa; en Yendi Ramos: “Malva, mi jardín / […] // Malva, un
caligrama / […] // Malva, mi estribillo / […] // Malva, te vigilo / […] //
Malva y mi rezo / […]”; también en Ánuar Zúñiga: “Crecimos / como raíces de
árbol / que no rompen el concreto. // Crecimos / ligeramente abajo / de
nosotros mismos”; en Carlos Axólotl: “Hubiera sido fácil: / tú, yo, una cama, /
una casa, platos y comida. // […] // […] // Hubiera sido fácil / tú, yo, un par
de sillas […]”;en Iván Valmun: “A veces hablo de Dios // […] // A veces hablo
de Sherezada y sus ladrones y sus muertos // […] // A veces hablo de las
prostitutas y su heroica misión // […] // […] // A veces también hablo contigo
[…]”; Elena Flores anota: “No seré a quien supliques frágil […] // No te
contaré de cómo en estos tiempos/ se resolvían las cosas magistrales / ni guiaré
tus manos // No está escrito así en ningún pergamino […] // […] no seré a quien
agradezcas febril la tibieza de mi vientre o el amor”.
También la anáfora contenida en la
misma estrofa: Estephani Granda escribe: “Luego / todo el cuarto se
iluminó con capullos que palpitaron / como peces sobre las sábanas y bata de
dormir / sobre la ropa de dormir / sobre el cuerpo de dormir” y lo mismo Ángel
Rojas: “Del colchón vacío / De la almohada con jaqueca / Del sillón con semen
recién hecho”; e Ileana Garma: “no busco la ventaja de ser puntual en los
aeropuertos / no creo ya en un sol que recupere la fuerza de mis muelas / Tú
puedes haber llegado a casa y recordar una pálida joven / que dormía con la
cabeza pegada a la ventanilla / / mientras me rebelo contra la calma de una
lluvia que sólo desea mirarme / mirarme con la perdida clave para hacer de mis
labios la buhardilla de la verdad / mirarme con el mediocre interés por los que
no perdonan”; Monserrat Morales lo hace con fruición dentro de la misma estrofa:
“ […] cuántas veces he huido y regreso a casa siempre más rendida / cuántas
veces he querido sembrarme un hijo en las entrañas” y en estrofas diferentes: “Digamos
que desperté de mí hace unas horas/ […] // Digamos que la mañana me cubrió con
su frío/ […] // digamos que la noche me convida el mar en gotas últimas y
sagradas”.
A menudo se unen palabras en una posmoderna propuesta de
innovación léxica, se altera el “correcto” uso de la
puntuación y de los símbolos, se deconstruyen las
palabras; Eduardo Ribé juega con el lenguaje, con el metalenguaje,
con la leyes y reglas de la palaba: “hizo dijo fue / así en
pluscuandescompuesto / así sin tino / hizo dijo fue / caray / y yo en mi
representante perpetuo / escarbando cual si hubiera hubiera / género común /
espeímenes / determinantes posesivos / cual mis sus tus / aijoesu / mi mi mi mi
/ cobrando / culebriando”; Esaú Corona: “En las manos en la cabeza en los oídos
más que versos escribopordeciralgo. escribo –por decir algo- por decir algo para
la noche en seco […]”; Aarón Fishborne: “a manera de (±) oídos o boca ≠ sexo”;
Diana Garza: “[Palatalizar la sílaba / Razilatalaparla así, lava―]”, o bien,
Ángel Rojas: “Silvar // Silva // Silv // Sil // Si // S”.
Quisiera ahora retomar los tópicos, dejo éste al final, porque me pareció el rasgo
más sobresaliente de esta muestra generacional; se trata, en fin, del conflicto existencial
del poeta. ¿Qué es hoy el poeta?, ¿cómo
siente el poeta en los tiempos del anonimato y el silencio obligado?, ¿a qué le
sabe al poeta vivir en poesía? Arturo
Alvar habla del trabajo detrás de la poesía: “Hay un trabajo detrás de todo
esto / lleno de sueños y lluvias que caen con el desvelo de la noche”; dice
luego “¡Ah, los dioses! / He tenido que matar a tantos para ser yo mismo” para
rematar: “un asesino se relámpagos / que escapa con nostalgia de la luz / en
ramajes de vida, cada vez más estrechos / hacia bosques inabarcables por
invisibles que parezcan”.
Yendi Ramos anota: “Qué seguridad de haber venido
a este mundo a acertar: / tener razón: / una travesura lejana a tambores y
solsticios: valla forma de temerle a la poesía”.
Moises Vega: “Alguien escribe por mí /
grandes golfos de pútrido vértigo, peñascos de espuma bajo el árbol de los
huesos, estatuas esculpidas por fantasmas”, y luego: “Mientras escribo /
alguien más aprehende de la escritura / sólo fábricas de aire”, para rematar: “Soy
un hombre perezoso / que alguien más escriba por mí / los libros que han
incendiado al mundo”.
Ánuar Zúñiga se define como poeta, a manera
de epitafio: “Máquina de fumar, / máquina de hacerse pedazos. / Mitad hombre y
mitad / ganas de quedarse en la butaca hasta el final de los créditos”, y
después: “Su único talento / fue hablar como caracol, / oficio que ejerció
hasta el último cenicero”.
Esaú Corona: “Sepulto a todos los vivos bajo
mi peso, sin temor, nadie me dicta lo que escribo. desconozco. abro los
sentidos y las palabras. abro los sentidos y en las palabras todo es
intencional ― las líneas son un eco transitado / siempre / son un eco
transitado―”.
Mario Rovel: “Cerramos la puerta, / amanecimos
desnudos, // colmados de dudas / y faltos de un tercer ojo, / recibimos el
siglo veintiuno”, para rematar en otro poema: “Ragazza / ¿cómo van tus viajes?
/ Yo sigo de frente al este, insistiendo en liberar tortugas / escribiendo cada
uno de tus besos / mientras las palabras / sudan, yerguen / y se pierden /
donde dice Julio Verne / que inician todos los caminos”.
Judith Santopietro: “En el crepúsculo de la
existencia, / surge la danza de mi palabra / y su savia recorre mi lengua”, y
luego: “Monumento de la palabra / la
génesis en las paredes / tan antigua / como la vírgula de roca // tormenta de
guijarros que caen de la montaña”
Fernando Alarriba: “Nuestra pupilas se
enfermaron / Hemos olido el resquebrajamiento de los muros / la caída frenética
del agua / su golpeteo / la elevación / Las ciudades quedaron saciadas / y de
los murmullos / brotaron todos los nombres”, y en otro canto: “Llega el final
del hambre y la certeza / Llega la gracia / la exploración / las visiones
inusitadas // Y al ver el sol de frente / creo recordar nuestra primera palabra…
/ mas este / ya no es mi trabajo”.
Carlos Axólotl: “Seremos muerte trágicamente,
/ en medio de una pandemia / de letras poéticas enfermas de catarro”.
En fin, a manera de conclusión, esta muestra generacional pondera una tangible
preocupación por su existencia creativa, por el lenguaje, por la palabra misma;
trata de encontrarse en sus ancestros; sus ancestros de las formas, de los
tropos y figuras; ancestros de generación, de edad, de eras; intenta, sin
conseguirlo, salir de anonimato mediante el lenguaje, mediante las innovaciones
absurdas de la posmodernidad. Tan absurdo es el lenguaje como el tiempo.
Estamos a la caza de los ritmos nuevos, de los signos diferentes que han
perdido su significado, quedaron huecas las formas y queremos rescatarlas
siempre contra el tiempo que nos absorbe estrepitosamente.
Obras consultadas:
Encuentro Moebius: Poetas nacidos en los 80. http://moebius80.blogspot.mx/
Granda, Estephani et
al. Moebius: Memoria del primer encuentro 2010. Poetas nacidos en los 80.
México: Sikore ediciones, 2011.
Nidya Areli Díaz Garcés
es egresada de la Licenciatura en Lengua y Literaturas
Hispánicas
por la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM.