martes, 7 de agosto de 2012

Diagrama del sol: Yaxkin Melchy


POESÍA POSMODERNA EN LA ERA DE LA INFORMÁTICA

César Abraham Vega Guerra
 
El Diagrama del sol es un poemario del joven poeta mexicano Yaxkin Melchy (Distrito Federal: México, 1985) y editado por Catafixia (editorial independiente guatemalteca).
Cuando uno se enfrenta al arte de vanguardia, estando tan acostumbrado a los preceptos y normas del arte tradicional, se corre el riesgo de hallarse en un callejón sin salida, de toparse con pared; ¿cómo conciliar el afán explorador y experimental de cada disciplina artística con las formas y lineamientos de su ejecución tradicional? ¿Qué tanto nos es lícito montarnos en una u otra posición sin impedirnos ver la belleza intrínseca en el terreno contrario? Tal vez no deba asumir como contrarias estas dos ramificaciones del arte, sino más precisamente como complementarias, el arte, al fin de cuentas, desde sus más remotas ejecuciones, siempre ha sido un vehículo de búsqueda propulsado por las diversas e inextinguibles inquietudes humanas; siempre ha sido una sonda que nos permite medir al cosmos y medirnos a nosotros mismos en contra de la vastedad del universo. Sin embargo, cada corriente y escuela de cada disciplina artística se ha abierto paso entre sus expresiones genéricas a base de experimentación, ha de tomarse un paso bastante precavido al abrazar a las vanguardias del arte, pues no son pocos los descalabros que ocasionan los adelantamientos exacerbados. ¿Podría ser éste el caso?
El joven Melchy, como buen poeta posmoderno hace patente una tremenda fractura con la poesía tradicional, sus poemas representan una inserción agresiva de la era digital en el campo de las artes; muestra de ello es el segundo poema intitulado “1:00 El Arado en la Tierra”, que inicia con un desconcertante, irónico y sobrecogedor código binario; unos y ceros surcan cerca de tres páginas, haciendo que el lector se asuma como un ente desechable del ejercicio poético; ya no sólo basta la mirada escrutadora del lector, ni su bagaje emocional ni cultural; ya no es menester un cerebro aguzado para desmenuzar las metáforas y el resto de las formas retóricas con que el autor de por sí ya encripta el core de su mensaje poético; ahora el espectador es un elemento de los muchos que deben ser reunidos para comprender el discurso del autor, el otro elemento necesario es el ordenador.
Desde este primer asomo, nos enfrentamos a la angustia permanente del mundo posmoderno y de la era cibernética, el joven poeta nos sabe transmitir de un modo perverso y magistral el utilitarismo de nuestros días, el impedimento diario del hombre y la mujer para enfrentarse por sí solos a un mundo súper estructurado, sofisticado y abstracto en el que no basta el raciocinio y reconocimiento humano para asumir su mundo, sino que imperativamente necesita del apoyo de las herramientas computacionales. ¡Algo incomodísimo, si lo aterrizamos al arte! Sobre esto, Jorge Aguilera López dilucida:
En este sentido, es evidente la disolución del lenguaje referencial que se sustituye paulatinamente por diagramas visuales superpuestos al texto y que terminan constituyendo el cuerpo trascendente del libro, hasta diluirse la palabra en símbolos de equivalencias matemáticas y, de ahí, a la secuencia binaria […], anuncio de la inminencia del lenguaje nuevo, un lenguaje que evidencia al joven que creció con la ciencia y la tecnología como algo natural en su cotidianeidad.
Pero para dar mayor razón a nuestros argumentos me es necesario recurrir a un ensayo de Carlos Fajardo intitulado Poesía y posmodernidad, el cual emplearé para hacer un relieve paralelo sobre los rasgos de la poesía posmoderna y la notoriedad que de dichos hallazgos hagamos en la obra del joven poeta. Por ello es indispensable hacer un abordaje a los elementos que constituyen la poesía posmoderna mexicana. Fajardo dice:
La posmodernidad, en todos sus órdenes, evidencia una fractura de los fundamentos óntico-epistemológicos sobre los cuales por más de doscientos años nos levantamos, y proyecta su imagen de Big Bang por las superficies y las profundidades de la cultura. No está exenta la poesía de esta fragmentación en una posmodernidad activa y vigente. Originada por la crisis de los macro-relatos modernos, hija del nihilismo decimonónico, la posmodernidad actúa ahora como nómada sin brújula, se pierde para encontrarse, se expresa en una multiplicidad de situaciones ambiguas, contradictorias y contingentes en todos los ámbitos. Disidente de las utopías modernas y de las vanguardias, lleva sin embargo, como hija pródiga y adolescente, el sello de su casa original: la modernidad nihilista y crítica. Ha cambiado de actitud; ya no cuestiona propositivamente, se relaja; no critica en pos del futuro, se sintetiza en la inmediatez temporal; ya no se desengaña con un nihilismo combativo, se alimenta de su pasiva espectacularidad. La posmodernidad avanza con pies livianos por pesadas piedras. Su levedad es sospechosa cuando la gravedad de la historia actual quizá no esté para levar el espíritu hacia intenciones posmetafísicas. De allí la imposibilidad de que se constituya en una nueva utopía histórica, y más bien sirva para nutrir una utopía individualista y tecno-virtual ensimismada. Su fuerza seductora no la extrae de los componentes de la modernidad de aventura y triunfante, sino del eclipse racional convertido ahora en mercado. Si algo ha inventado, es un nuevo macro-proyecto o Gran Relato: el consumo, junto a todas las lógicas del Marketing transnacional. La política, la cultura, lo ético-estético y lo cotidiano cambian de piel y se metamorfosean ante semejante proceso que se introduce en todo cuerpo social.
Para enfatizar más las evidencias del posmodernismo en el Diagrama del sol extraigamos y puntualicemos del fragmento anterior, los elementos que caracterizan y transfiguran la poesía posmoderna hasta este punto. La poesía posmoderna, por principio de cuentas, debe romper los esquemas de la poesía establecida; del mismo modo, apela al caos como el vehículo de transmisión del mensaje poético; supura en ella, un tremendo ultra nihilismo; renuncia a la trascendencia y perpetuidad de su mensaje, y se deposita en las esferas de lo inmediato, no pretende hacer testimonio de una época, ni de una cosmovisión, ni mucho menos de una ideología poética, meramente existe porque el empuje del momento le ha concedido existir como un espasmo urgente para sanar una necesidad precaria, en su caso la necesidad de expresión; “actúa cómo nómada sin brújula”, es decir, que su discurrir está apegado a un automatismo profuso y reiterado y obediente a un capricho mucho más interno que el de transmitir por medio de los versos una inquietud existencial. Contrariamente a la poesía tradicional, la poesía posmoderna se apega a la transmisión del mensaje por la pura virtud de tener la capacidad de hacerlo y este rasgo está particularmente presente en la poesía de Melchy. La detonación de la catarsis a través de la transgresión o cuestionamiento, o inclusive la proposición de enfoques alternativos a los propios de la realidad, han desaparecido en esta índole de poesía, su intención es más reposada y pacífica, este rasgo tan exacerbado se vuelve espectacularmente llamativo; probablemente la pasividad sea una de las cartas más fuertes de esta expresión lírica posmoderna.
En primer lugar, Fajardo enfatiza la ruptura que existe en las expresiones del arte posmoderno con los cánones del arte tradicional, existe una transgresión a la norma, en este caso, la poesía de Melchy se desborda en rompimientos en lo que a la estructura y composición de un poema tradicional se refiere, como muestra de ello, podemos recurrir casi al azar a cualquiera de los poemas que componen el libro, para dotarnos de un ejemplo escogeré el poema número once “10:00”.
Estoy yendo con Manuel a Bolivia es el año 2010 lo cual quiere decir que pensamos que el mundo no durará mucho Aún así voy con Manuel Viajamos a través del desierto Pienso en un poema En una mente que puede ser una constelación En un cielo que puede ser el cielo de cualquier planeta Viajamos a Bolivia Yo cumplo un sueño que tiene que ver con la tierra con mis pulmones roncos con mi imaginación estrellada como un barco en la playa Ayer estuvimos en el mar con los amigos de Arica Estábamos desnudos soñando con ser las olas o ser los animales del abismo porque la noche sólo era un pretexto Algo antes de la muerte Es emocionante la vida o al menos eso se supone
Nos gusta la fiesta y la muerte que es un chorro de agua que nunca termina.
Si bien el formato que ha elegido el autor se asemeja mucho al empleado por la prosa tradicional, la ilación de los enunciados y las ideas es muy diferente, por lo que no empata; es destacable la ausencia de todo tipo de signos de puntuación, los versos se separan los unos de los otros por medio de una especie de intuición literaria, auxiliándose por la aparición supuestamente intempestiva de una letra en mayúscula, del mismo modo, no existe estructura, ni métrica, ni rima, todo el discurrir del poema fluye a través de una especie de ritmo dotado por las mismas palabras contenidas en el poema; su musicalidad está encastrada en la capacidad y buen oído del autor para “ritmar”, según lo admite Jorge Aguilera López en La musa ya no canta, ahora postea. Posmodernidad en la poesía mexicana actual. La mayoría de los poemas contenidos en Diagrama del Sol obedecen este esquema, así que aquí vemos cumplirse el primer rasgo descrito por Fajardo: la ruptura con la poética tradicional. Del mismo modo, podríamos arriesgarnos a asumir que existe, inmerso en la poesía de Melchy, un discurso narratológico muy segmentado, pero bastante lineal que hacia el final del poema se proyecta y se sublima a un contenido más metafísico; el poema inicia una relatoría de hechos, que hasta el punto no podemos asumir como reales o ficticios, pero la concatenación de las sentencias y de las ideas, innegablemente nos lleva de la mano justo en el modo en que nos transporta un cuento convencional escrito en prosa; sin embargo, la fisonomía del mensaje poético se va transfigurando tanto como va avanzando el «relato» al punto de colgarse de esferas tan superiores que sólo atañen a la poesía. Al final ya no se ven los nudos «narrativos» sino las formas de un poema bien logrado.
El poema inicia con “Estoy yendo con Manuel a Bolivia es el año 2010 lo cual quiere decir que pensamos que el mundo no durará mucho”, que a las claras nos muestra la intención expresa de contarnos una anécdota a través de una «narrativa» sencilla y llana, pero que va desquebrajándose y evolucionando hacia las formas retóricas, particulares de la poética, que evidenciamos con: “Nos gusta la fiesta y la muerte que es un chorro de agua que nunca termina”, verso que claramente nos remite a la poética y renuncia a la narrativa.
Continuado con las definiciones posmodernas de Fajardo, asomémonos al factor de la tendencia al caos. En la obra del joven poeta mexicano, se percibe  el desasosiego estético, el discurso que converge entre la belleza, la monotonía y el caos, las metáforas sencillísimas pero sincréticas, automáticas, caprichosas, e indescriptibles como: “Estamos locos Las Patrullas de la Muerte rondan por las calles Entonces podemos cantar con los ojos cerrados”. En los versos previos es posible apreciar un rasgo peculiar de la poesía posmoderna, la vertiginosa caída en el nihilismo; en dónde ni la forma ni el fondo pugnan por nada.
El tercer elemento extraído de las aproximaciones de Fajardo lo condensaremos como intrascendencia y temporalidad. Partiendo del entendido trascendental del arte, que apoya su virtud en la capacidad de extender se mensaje estético más allá de las barreras del espacio y del tiempo, notaremos que en contraste, el trabajo poético de Melchy está bien estacionado en el aquí y en el ahora, el aglutinamiento reiterativo de elementos posmodernos y la mención constante de aparatos electrodomésticos cualidad muy particular y bastante evidente en la obra, hacen que el goce poético se asuma de inmediato, que sea sólo disfrutable para el lector contemporáneo, y que su destreza poética, se exilie de la del futuro y la del pasado; el nulo afán «pretencioso» del poeta radica en transmitir su mensaje a su compañeros generacionales, y lejos de superar las brechas espacio-temporales, su intención más garante se asume en la focalización de su obra.
Por último revisemos la espectacularidad pasiva. De acuerdo con Fajardo, la espectacularidad pasiva es uno de los elementos más característicos de la poesía posmoderna, “la poesía light o imágenes de pasarela” no asienta sus raíces en el contexto de las cuestiones morales, existenciales; no transgrede de manera directa los preceptos y cánones sociales, éticos ni estéticos; del mismo modo tampoco propone alternativas de cambio en ningún sentido; la poesía de Melchy, sólo existe para sí:
Por qué no te había escrito este libro Porque pensaba que un poema bastaba para encontrarte como un insecto en un punto que es un frasco o como un planeta en un punto que es el universo agujero negro Pero ahora creo que puedo vivir dentro de una complejidad de puntos Que tengo la piel tatuada como los jaguares Que este libro es la piel y es el jaguar que arranca o conecta mis neuronas y retuerce mis ojos Este libro es la continuación de mí en las selvas celestes.
La poética posmoderna mexicana, o al menos, en el caso de Melchy, nos lleva al cenit máximo de la tesis de la inutilidad del arte. Sin embargo, es esta misma pasividad la responsable de provocar la catarsis a través de una espectacularidad inerte y silente. Puesto que las metáforas y formas retóricas se arraigan en el sentir interno del hombre y de la mujer cotidianos de la actualidad. Pues, retomando a Aguilar López, “La preeminencia de la individualidad, [es un] sello característico de los poetas recientes”. La poesía clásica, por ejemplo, se mantiene tan funcional y tan viva, por su capacidad de evocar las inquietudes humanas y existenciales que promovieron que el autor construyera sus versos, no importa que tan distantes sean aquellos siglos en los que se escribieron, tampoco son de fundamental importancia los contextos sociales e históricos que apabullaron al poeta como ente creativo para manifestar el discurso de su obra, la temática del poema, ya sea de Quevedo o Góngora, están sublimados a tal grado que atañen al ser humano de todas las condiciones sociales, históricas y de todas las épocas. Apela a una colectividad tremebunda e intemporal, rompiendo todo tipo de brechas. En cambio, la poesía posmoderna es la antítesis del efecto trascendental, y radica precisamente en su individualismo y su cronología estática el efecto catártico que posee.
Pero, ¿a qué obedece esta transfiguración tan radical entre las dos vertientes de la poesía, la tradicional y la posmoderna? Debemos comprender que las reglas y los medios no son los mismos en la poesía tradicional de hace al menos tres décadas; el poeta aglutinaba su obra poética tras un periodo de tiempo considerable, la ensayaba, la revisaba innumerables veces, la juzgaba impía, la corregía al punto de desvanecerla en la nada, la contenía durante mucho tiempo hasta que se consideraba con el mérito suficiente para publicarla, esto en obediencia, claro, a que los medios de publicación eran más inaccesibles y requerían un escrutinio minucioso y sistematizado; en contraste, en la época posmoderna,  tras la llegada de la democratización de los medios, la era digital y tecnológica, y la masificación de las telecomunicaciones, la oportunidad de publicación fue mucho más sencilla, inmediata, obedeciendo únicamente al impulso creativo, dejando de lado el espíritu autocrítico y mesurado. Si bien, es harto admirable la obra poética de la actualidad, ésta debe de compartir terreno con una avasalladora cifra de poetas cibernéticos, muchísimos malos, algunos pasaderos, y unos pocos con bastante potencial, como en el caso de Melchy. Resumiendo, el poeta de antaño se reservaba para sí, en la oscuridad, a través del tiempo, justo en el modo en el que madura un buen vino; el poeta posmoderno en cambio, se expone a la luz del día en un jardín florido en el que se debate los nutrientes del arte poética junto con sus congéneres, de él y sólo de él depende brotar de la tierra y administrar sus recursos y energía para germinar más alto, más brillante y más bello, justo en el modo en que una flor supera al resto en la floresta. El poeta tradicional aglutina las diversas realidades que le convulsionan y las proyecta con un afán trascendental y colectivo, afín a todos los espectadores que le lean a través de las distantes regiones y las distintas épocas. El poeta posmoderno actual asume su realidad, la sintetiza, la proyecta según lo que ha percibido desde su propia integridad y, desde su subjetividad, crea un poema que no pretende llegar a otro desde afuera, sino que debe ser entendido desde lo que se porta por dentro.
En conclusión, la poesía posmoderna, en particular la de Yaxkin Melchy, y concretamente la hallada en este libro, Diagrama del Sol, nos ofrece un afluente vivificante de ideas y panoramas inexplorados, un enfoque bastante diferenciado del quehacer poético de la actualidad. El libro del joven poeta brinda un sinfín de lecturas, tanto para el que conoce bastante de poesía, como para el explorador que apenas se interna en este género literario. Es un libro contenido en extensión pero muy profundo en calidad e imágenes. A la par es loable la edición que ha logrado de una manera tan bella y afortunada Catafixia Editorial, Diagrama del Sol es una obra que recomiendo sea leída, pero sobre todo que sea analizada, revisada y expuesta como una muestra del potencial poético y literario de los autores novicios mexicanos.


                                 César Abraham Vega Guerra
                                 está matriculado en la Licenciatuta en Lengua y Literaturas Hispánicas
                                 por la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
 

Obras consultadas:
Aguilera López, Jorge. La musa ya no canta, ahora postea. Posmodernidad en la poesía mexicana actual. Ponencia que fue leída originalmente el Coloquio Literatura y Posmodernidad, celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM el 25 y 26 de octubre de 2010. <http://cuadrivio.net/2011/03/la-musa-ya-no-canta-ahora-postea-posmodernidad-en-la-poesia-mexicana-actual-2/>
Fajardo, Carlos. Poesía y posmodernidad. Algunas tendencias y contextos. (A propósito del XI Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, 2001) <http://www.ucm.es/info/especulo/numero20/posmoder.html>
Melchy, Yaxkin. Diagrama del Sol. Primera Edición. Guatemala: Catafixia Editorial, 2010.


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